sábado, 25 de diciembre de 2010

HISTORIA - La política exterior del reinado de Felipe II

El sucesor de Carlos I fue su hijo Felipe II quién, aunque no recibió el título de emperador, fue monarca de un inmenso imperio y titular de una Corona que era la primera potencia en Europa. Estableció la capitalidad en Madrid en 1566 y mantuvo el ideal de defensa del catolicismo. Aumentó sus territorios al incorporar Portugal a la corona en 1580. La monarquía de Felipe II se declaró defensora de los principios del Concilio de Trento.

En 1566 un decreto prohibió a los moriscos utilizar sus lengua, su forma de vestir y sus tradiciones, lo que provocó en 1568 una insurrección que se extendió por la Alpujarra, y que fue finalmente sofocada en el 1570 por el hijo de Carlos I, Juan de Austria.

En las guerras de religión que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a los católicos frente a los Hugonotes (protestantes) y, especialmente frente a las pretensiones al trono de Enrique de Borbon (protestante). En 1593, Enrique se convirtió al catolicismo y subió al trono como Enrique IV, firmando la Paz de Vervins en 1598 entre Francia y España.

Tras la muerte de la esposa de Felipe II y reina de Inglaterra Maria Tudor, el trono pasó a su hermanastra Isabel I, quién apoyó a los protestantes de Flandes y protegió a los corsarios que atacaban a los barcos españoles. Felipe II preparó la Armada Invencible para vencer a Inglaterra, pero su expedición fue un desastre y fueron derrotados en 1588.

Felipe II, Venecia y el Papado (la Santa Liga) se coaligaron y formaron una gran escuadra para frenar el avance otomano sobre el Mediterráneo. Se enfrentaron en el golfo de Lepanto en 1571 y vencieron, alejando el problema turco.

La Guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. La primera rebelión, en Flandes en 1566, fue apoyada por Francia e Inglaterra con el objetivo de minar el poder de la corona española. En 1579, el sur de los Países Bajos aceptó la obediencia a Felipe II, pero el norte continuó la lucha por la independencia. Nunca se llegó a controlar la revuelta y Felipe II nombró a su hija gobernadora con derecho a sucesión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario